PREMISA

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Lila Rayén y sus padres llevan una semana viviendo en casa de Mailén, la tía abuela “Machi” fallecida hace seis años. El lugar está ubicado en una zona rural, muy cerca del bosque precordillerano de la Araucanía, lo que frustra mucho a Dalila, porque la aleja de sus amigos y de la internet (porque la conexión por esos lugares es pésima). 

Sus padres necesitan hacerla sentir bien. Isaac, su papá músico, le enseña a tocar el cultrún hallado en el baúl de la tía abuela. La niña al principio ve con curiosidad aquél instrumento musical. Lo percute siguiendo el ritmo de su canción favorita y juega con él por un largo rato, hasta que distraidamente lo deja tirado en el patio dejándolo. Bajo la interperie el cultrún recibe el poder de los cuatro elementos de la naturaleza: viento, tierra, agua y fuego. Sobre su cubierta de cuero se dibujan los puntos cardinales de la Tierra (Meli Witrán Mapu) transformándolo en un objeto mágico. Desde ese momento se produce un cambio profundo en el interior de Dalila. Sus sentidos se han agudizado y es capaz de ver cosas a los “invisivisibles”, seres vivos y también espíritus que nadie más puede ver. Estos amistosos personajes viven en la tierra, el mar y el cielo. Ellos están muy optimistas porque al fin han encontrado a un humano que los pueda ayudar a encontrar el espíritu perdido de la Ñuke Mapu o Madre Tierra. Nadie sabe dónde está y temen que el Wentrufe la tenga en sus manos. El poder de este maligno ser es tan grande, que podría succionar la energía elemental de la Tierra, poniendo en riesgo el curso de la vida.

Dalila se adentra en el fantástico mundo de la Ñuke Mapu, de sus antepasados y de la mágica cosmovisión Mapuche, donde junto a sus amigos aprenderá que nunca es tarde   para ayudar al planeta.